martes, 26 de agosto de 2014

I

A los ojos de un observador imparcial este es un espacio muerto, largamente olvidado. A mis ojos solo está dormido esperando a ser despertado de nuevo.

El mismo observador imparcial vera que en dos épocas diferentes este espacio acogió vida y que por dos veces esta vida se extinguió. Esa es una verdad innegable pero lo que desconoce son los motivos por los cuales la palabra se extinguió y por el que todo este tiempo este lugar ha sido un templo edificado al silencio, al abandono y a la soledad.

Este motivo ya no existe, la energía ha cambiado, propiciado por un momento de revelación. El Alquimista abandona la zona fantasma en la que ha estado recluido todo este tiempo para reclamar este lugar y convertirlo, nuevamente, en un templo a la palabra. En esta sociedad tan tecnológica y tan brutalmente veloz, olvidamos a menudo que las palabras tienen poder. Un poder que los antiguos conocían sobradamente y que ahora mucha gente ha olvidado o se han encargado de hacérnoslo olvidar.

Aquellas personas que me conocen tendrán honestas dudas sobre mi propósito y no les puedo culpar por ello porque saben que la constancia no se encuentra entre mis virtudes y además los hechos del pasado les dan la razón. No malgastaré palabras intentando convencerles, dejaré que mis actos sean los que les hagan cambiar de opinión y los que les convenzan que mi propósito es fuerte.  

Hoy comienza el futuro. Yo soy el Alquimista, este es mi blog y el de todas aquellas personas que quieran participar en él. Recordad:

Incluso el hombre de Corazón puro,
que reza al hacerse oscuro,
puede convertirse en lobo.
Cuando el Matalobos florece
y la luna de Otoño crece.

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