Sé que el titulo de esta
entrada es algo teatral pero es muy apropiado para encabezarla e ilustrarla
pero soy consciente que requiere cierta explicación.
En la saga de novelas de
Anne Rice “Las crónicas vampíricas” cuando un vampiro, generalmente anciano, no
se siente conectado o no encuentra su sitio en una época determinada decide
dormir pero sin dormir hasta durante un tiempo. Su cuerpo está inerte, generalmente
dentro de una tumba, pero su mente sigue despierta y activa, intentando
entender, comprender y conectar con la época. Este proceso puede tardar años o
siglos pero una vez que se siente listo y que por fin ha conectado, vuelve al
mundo desde su tumba.
A mí me pasa algo similar
en verano, siento que entre tantas horas de luz y el calor, mi cuerpo y mi alma
no se encuentran en el mismo sitio a la vez, no están conectadas y no transitan
por el mismo camino. Así que, metafóricamente o no, me retiro del mundo hasta
que esta horrible estación vaya perdiendo poder.
Pues bien, llegó
septiembre y con el se atisba el ocaso del verano. Por tanto, como el vampiro
de las novelas, salgo de mi tumba y regreso a la vida, listo para el mundo y esperando
que, una vez más, la noche vaya ganando terreno al día. Retorno con el firme propósito
de actualizar este lugar más a menudo pero no voy a dejar que las palabras
dejen paso a los hechos y que ellos hablen por mí.
Incluso el hombre de Corazón puro,
que reza al hacerse oscuro,
puede convertirse en lobo.
Cuando el Matalobos florece
y la luna de Otoño crece.
que reza al hacerse oscuro,
puede convertirse en lobo.
Cuando el Matalobos florece
y la luna de Otoño crece.
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